dissabte, 17 de març del 2012

e-portfolio como bitácora docente

El e-portfolio como bitácora docente: De siempre las personas con conocimientos en determinados ámbitos han tratado de complicar las cosas (muchas veces de forma inconsciente) acuñándoles un nuevo nombre a algo que ya existía, de tal manera que para los profanos fuera casi imposible realizar un aprendizaje en condiciones al darse el mismo en un entorno cuyos conceptos no conocen. Quizás sea por mi dificultad en complicar la cosas y lo poco que me gusta que me las compliquen, que muchas veces me rebelo contra la praxis habitual de usar un lenguaje demasiado técnico y artificioso.
Éste es el caso que nos ocupa. Un concepto sencillo y habitual, transformado en algo artificioso y bien sonante en el mundo digital en que vivimos. Hablemos de e-portfolios (ePortfolios, portafolios electrónicos, etc.). Hablemos de algo que si lo hubiera inventado Apple, lo denominaríamos i-portfolios. Una simple letra para desvirtuar y dificultar el contcepto tradicional del vocablo.
Por tanto, hablemos de portafolios electrónicos. Más simple e inteligible. Pero, ¿qué es un portafolio? Pues nada más y nada menos que esos maravillosos libros de notas (más o menos caros -siempre había los que usaban su maravillosa Moleskine-) donde reflexionábamos y apuntábamos lo que nos iba sucediendo en nuestro día a día.
¿Cómo se exporta lo anterior al mundo educativo y, en especial, al mundo docente? Pues el portafolio se trataría de un documento, y ahora no entremos en su digitalización o no, donde los docentes reflejarían sus ideas, aprendizajes, direcciones interesantes donde hallar recursos, bibliografía interesante, conocidos relacionados con su materia, agenda personalizada, reflexiones, exámenes, listas de alumnos, etc.
¿Qué aporta al concepto anterior la condición digital? Pues una cosa muy sencilla: la facilidad de compartir y acceder a ese portafolio desde cualquier lugar con conexión a internet. Nos olvidamos de llevar a cuestas unas anotaciones (que, en formato papel, pueden suponer una cantidad ingente de documentación -libros, anotaciones, cuadernos de notas, listados de compañeros, etc.-) permitiéndonos el lujo de poder trabajar de forma ubicua en un “envoltorio” donde nosotros vamos añadiendo lo que nos interese. Además, también presenta la gran ventaja de poder ser compartido (total o parcialmente) con las personas que nos interese. Mucho más fácil que ir pasando los libros (que, por cierto, muchos no volvemos a ver), las anotaciones, los materiales consultados, los exámenes de muestra realizados, las páginas web que nos interesa y que nos encontramos navegando por la red, etc.
Por tanto, sencillez y facilidad de uso. Limitante con la conexión, pero suficiente para poder llevar nuestro portafolio a cuestas en cada momento de nuestro aprendizaje. Una maravillosa bitácora donde se encuentre todo lo esencial de nuestra profesión y que podamos necesitar en nuestro día a día.
¿Hay herramientas gratuitas para crear ese e-portfolio? Sí, hay decenas de herramientas. Desde un blog hasta portafolios más elaborados como los que podemos crear con Mahara.
¿Es importante el uso de la herramienta? Sí, pero realmente es mucho más importante plantearse la necesidad y el uso que le podríamos dar a nuestro portafolio.
Perdonad la brevedad del artículo pero se trata de un resumen, más o menos redactado y coherente, de una charla que tuve con unos compañeros de trabajo hace algunos días. Y, como mi blog es parte de mi portafolio, me permito la licencia de incluirlo por si os puede ser de utilidad.

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